miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Krausismo en España


Esta corriente filosófica, que nació en Alemania de manos de Krause, llegó a España en  1854 gracias a Julián San del Río, profesor de la universidad de Madrid.

Uno de los principales aspectos por los que se recuerda el Krausismo es por su rechazo al dogmatismo. Algo que sin duda afectaba en gran medida a la enseñanza en nuestro país ya que los profesores no tuvieron libertad de cátedra hasta 1868. Pero no sólo rechazaban el dogmatismo en la enseñanza, también en la política e incluso en la religión, ya que Krause veía a Dios en la naturaleza, en el hombre y como origen del universo pero no de la manera en la que la Iglesia lo imponía.

No sólo esta cuestión hace que el Krausismo tenga importancia en nuestro país. Muchas de las ideas que trajo consigo son y, deberían ser, tenidas en cuenta. A nivel pedagógico hablaba de poner al alumno en contacto con la naturaleza, que tuviera una actitud crítica, una actitud activa ¿acaso no son temas que nos preocupan en la actualidad? Quería que los estudiantes desarrollaran su espontaneidad y su creatividad ¿no es cierto que hoy en día todavía se sigue luchando por esto? Además trajo consigo conceptos e ideas sin las que hoy en día no concebiríamos una educación de calidad, como el de la educación harmónica, que nos ha llegado a la actualidad en forma de currículo escolar, la coeducación, el derecho al juego, el establecimiento de horarios, etc.

Sin duda no hemos de olvidar la belleza de aquéllos ideales, que deberíamos seguir hoy en día si queremos educar a nuestros jóvenes para que algún día puedan vivir en el mundo que se merecen. Un mundo donde toda la humanidad coexista unida bajo una misma filosofía, donde la ética sea el principio fundamental del hombre, dónde todo el mundo sea escuchado, libre y respetado.

María Montessori y la pedagogía científica


Cuando empecé a investigar a Montessori me di cuenta de que muchos problemas educativos de la actualidad vienen siendo arrastrados desde el momento en que empezamos a preocuparnos por la educación de nuestros niños y jóvenes. Los alumnos van a clase, se aburren y sufren con el proceso de aprendizaje. Muchos de ellos abandonan la escuela tan pronto como les es posible y los que terminan los estudios, lo hacen sin tener claro que es aquello que les gusta, que se les da bien. Desconocen cuáles son sus capacidades y aptitudes, tal vez, debido a que tenemos un concepto muy reducido de ellas.

Ya a principios del siglo XX, María Montessori calificaba las escuelas como instrumentos de tortura, criticando desde la preparación de los maestros, pasando por el material didáctico, hasta la rutina que ahoga la espontaneidad del niño ¿Acaso son las propias escuelas e institutos los que impiden a nuestros estudiantes a desarrollarse plenamente? ¿Cómo deberíamos plantearnos el sistema educativo actual? A raíz de estos planteamientos, algunos sectores de la comunidad educativa optan por retomar los planteamientos de la llamada “Escuela Nueva”, tratando de dotar al alumno de un papel más activo en el proceso de aprendizaje.

Llama la atención la creación de centros con este tipo de planteamientos, como el Valencia Montessori School. Aunque existen centros que siguen el método de esta conocida pedagoga desde que se creó la primera “Casa dei Bambini” en 1907. Esta actitud frente al alumno nos aleja de las clásicas clases magistrales en las que el alumno debe mantenerse quieto y en silencio durante un largo periodo de tiempo, en una actitud pasiva que,  como dice Leonor Serrano: “No hay mayor tortura para un niño que la clásica disciplina de quietud escolar y tanto más cuanto más pequeño sea.” (http://bibliorepo.umce.cl/revista_educacion/2006/326/27_30.pdf p.28).

Aunque primero deberíamos preguntarnos si el sistema diseñado por Montessori Funciona, si está actualizado o se ha quedado desfasado. Porque si bien es cierto que varios pedagogos contemporáneos a Montessori compartían sus mismas ideas, sí que criticaban los métodos llevados a cabo por ésta.

Montessori creó su “Casa dei Bambini” con la intención de crear un ambiente de libertad en el que el niño pudiera ser estudiado (edades de entre los 0 y los 6 años). Allí sería liberado de las imposiciones a las que se ve generalmente sometido en su vida diaria. También sería liberado de sus propios caprichos. Nada impediría sus manifestaciones espontáneas y podría mostrarse tal cual es, con toda su belleza y bondad.

En el método Montessori el papel de la educadora cambia (sostenía que las mujeres eran mejores para desarrollar este papel), no consiste tanto en enseñar como en disponer y controlar las condiciones para que el niño aprenda por sí mismo. Propone una enseñanza individualizada, llevada a cabo con materiales y ejercicios que diseñó ella misma.

Todo el material está hecho a medida con éste propósito, adecuando el tamaño de los objetos al de los niños. De esta manera los niños pueden manejar de forma autónoma el material y aprender por ellos mismos. No sólo el material didáctico es importante, también los utensilios para fregar los platos de la merienda, las alfombras que deben enrollar y desenrollar para trabajar sobre ellas, etc.  educando así su capacidad-sensomotora.

Sin embargo, tan pronto como aparecieron seguidores del método, aparecieron otros que se detractaban. En el libro de Bartolomeis de “María Montessori y la pedagogía científica” vemos como Dewey afirmaba que:

La desconfianza hacia la experiencia natural y la consiguiente exageración del control exterior se revelan tanto en el material suministrado como en el contenido de las órdenes del enseñante (…) Se exigen materiales que hayan sido sometidos ya al trabajo de refinación de la inteligencia (…) Pero la idea de que un alumno que trabaja con este material absorberá de alguna manera la inteligencia implicada originariamente en su formación es falsa. (p. 160)

                También Claparède critica el método de Montessori por su artificiosidad: “Montessori no permite que el niño juegue libremente con el <<sacrosanto>> material. Éste pierde así una gran parte de su valor educativo.” (El método de la Pedagogía científica, Edición de Carmen Sanchidrián Blanco, 2003 p.55).

                Así pues, vemos que principalmente las críticas giraban en torno al método que Montessori utilizaba. Los materiales eran costosos y limitaban la actividad de la maestra. Aunque el principal problema del sistema Montessori era, según las críticas, el hecho de ser un sistema.

                Si bien ha habido siempre críticas sobre el sistema o el material que utilizaba no debemos olvidar la base de sus teorías. Los niños necesitan amor, armonía, paz y libertad para poder desarrollarse completamente. Puede que esto parezca obvio hoy en día para nuestra sociedad, pero debemos plantearnos si lo estamos llevando a cabo correctamente. Para esto Montessori sí que dejó clara la importancia de observar al niño, comprender realmente que es lo que necesita él y no lo que la sociedad le impone. Debemos educar a nuestros niños en la libertad, es decir, dotarles de una capacidad crítica y de decisión que les sirvan de herramientas para desenvolverse plenamente en la sociedad y alcanzar las metas que se propongan.