Cuando empecé a investigar a
Montessori me di cuenta de que muchos problemas educativos de la actualidad
vienen siendo arrastrados desde el momento en que empezamos a preocuparnos por
la educación de nuestros niños y jóvenes. Los alumnos van a clase, se aburren y
sufren con el proceso de aprendizaje. Muchos de ellos abandonan la escuela tan
pronto como les es posible y los que terminan los estudios, lo hacen sin tener
claro que es aquello que les gusta, que se les da bien. Desconocen cuáles son
sus capacidades y aptitudes, tal vez, debido a que tenemos un concepto muy
reducido de ellas.
Ya a principios del siglo XX, María
Montessori calificaba las escuelas como instrumentos de tortura, criticando
desde la preparación de los maestros, pasando por el material didáctico, hasta
la rutina que ahoga la espontaneidad del niño ¿Acaso son las propias escuelas e
institutos los que impiden a nuestros estudiantes a desarrollarse plenamente?
¿Cómo deberíamos plantearnos el sistema educativo actual? A raíz de estos
planteamientos, algunos sectores de la comunidad educativa optan por retomar
los planteamientos de la llamada “Escuela Nueva”, tratando de dotar al alumno
de un papel más activo en el proceso de aprendizaje.
Llama la atención la creación de
centros con este tipo de planteamientos, como el Valencia Montessori School.
Aunque existen centros que siguen el método de esta conocida pedagoga desde que
se creó la primera “Casa dei Bambini” en 1907. Esta actitud frente al alumno
nos aleja de las clásicas clases magistrales en las que el alumno debe
mantenerse quieto y en silencio durante un largo periodo de tiempo, en una
actitud pasiva que, como dice Leonor
Serrano: “No hay mayor tortura para un niño que la clásica
disciplina de quietud escolar y tanto más cuanto más pequeño sea.” (http://bibliorepo.umce.cl/revista_educacion/2006/326/27_30.pdf
p.28).
Aunque primero deberíamos
preguntarnos si el sistema diseñado por Montessori Funciona, si está
actualizado o se ha quedado desfasado. Porque si bien es cierto que varios pedagogos
contemporáneos a Montessori compartían sus mismas ideas, sí que criticaban los
métodos llevados a cabo por ésta.
Montessori creó su “Casa dei Bambini”
con la intención de crear un ambiente de libertad en el que el niño pudiera ser
estudiado (edades de entre los 0 y los 6 años). Allí sería liberado de las
imposiciones a las que se ve generalmente sometido en su vida diaria. También
sería liberado de sus propios caprichos. Nada impediría sus manifestaciones
espontáneas y podría mostrarse tal cual es, con toda su belleza y bondad.
En el método Montessori el papel de
la educadora cambia (sostenía que las mujeres eran mejores para desarrollar
este papel), no consiste tanto en enseñar como en disponer y controlar las
condiciones para que el niño aprenda por sí mismo. Propone una enseñanza
individualizada, llevada a cabo con materiales y ejercicios que diseñó ella
misma.
Todo el material está hecho a medida
con éste propósito, adecuando el tamaño de los objetos al de los niños. De esta
manera los niños pueden manejar de forma autónoma el material y aprender por
ellos mismos. No sólo el material didáctico es importante, también los
utensilios para fregar los platos de la merienda, las alfombras que deben
enrollar y desenrollar para trabajar sobre ellas, etc. educando así su capacidad-sensomotora.
Sin embargo, tan pronto como
aparecieron seguidores del método, aparecieron otros que se detractaban. En el
libro de Bartolomeis de “María Montessori y la pedagogía científica” vemos como
Dewey afirmaba que:
La desconfianza hacia la experiencia
natural y la consiguiente exageración del control exterior se revelan tanto en
el material suministrado como en el contenido de las órdenes del enseñante (…)
Se exigen materiales que hayan sido sometidos ya al trabajo de refinación de la
inteligencia (…) Pero la idea de que un alumno que trabaja con este material
absorberá de alguna manera la inteligencia implicada originariamente en su
formación es falsa. (p. 160)
También
Claparède critica el método de Montessori por su artificiosidad: “Montessori no
permite que el niño juegue libremente con el <<sacrosanto>>
material. Éste pierde así una gran parte de su valor educativo.” (El método de
la Pedagogía científica, Edición de Carmen Sanchidrián Blanco, 2003 p.55).
Así
pues, vemos que principalmente las críticas giraban en torno al método que
Montessori utilizaba. Los materiales eran costosos y limitaban la actividad de
la maestra. Aunque el principal problema del sistema Montessori era, según las
críticas, el hecho de ser un sistema.
Si bien
ha habido siempre críticas sobre el sistema o el material que utilizaba no
debemos olvidar la base de sus teorías. Los niños necesitan amor, armonía, paz
y libertad para poder desarrollarse completamente. Puede que esto parezca obvio
hoy en día para nuestra sociedad, pero debemos plantearnos si lo estamos
llevando a cabo correctamente. Para esto Montessori sí que dejó clara la
importancia de observar al niño, comprender realmente que es lo que necesita él
y no lo que la sociedad le impone. Debemos educar a nuestros niños en la
libertad, es decir, dotarles de una capacidad crítica y de decisión que les
sirvan de herramientas para desenvolverse plenamente en la sociedad y alcanzar
las metas que se propongan.
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